Mujer emprendedora: ¿animal mitológico?

Me encantan los tweets que comienzan con: «mi animal mitológico favorito es…» así que vamos a ver qué tal esto de la «mujer emprendedora» ya que es nuestro día y este un término bastante controvertido, desde mi punto de vista.

Aprovechando, publicamos en abierto el informe del taller que realizamos «emprendimiento en clave de mujer» por si queréis ahondar en los resultados.*

(ver informe)

* para replicar el taller, podéis poneros en contacto con hybridas@ethicoo.org

En junio de este año, nos pidieron llevar a cabo un taller participativo. La idea era generar una comprensión por parte del personal técnico que acompaña en procesos de emprendimiento y de las dificultades que podían tener concretamente las mujeres. Así que, como nos gusta experimentar y que las asistentes experimenten, creamos un taller facilitado en el que surgieron temas muy interesantes.

Nos parecía importante ahondar en la fuerza de las palabras: en el propio lenguaje y construcción. Las participantes sacaron la conclusión de que el emprendimiento y el género (entendido como la construcción social) son en parte un oxímoron. La construcción social de la mujer (que no la capacidad ni biología), se ha asociado a lo blando, el hogar, el calor, lo cómodo, lo frágil – pensar el «sexo débil» de la RAE-; y el emprendimiento lleva asociadas unas actitudes y comportamientos completamente contrarios: riesgo, fuerza, competición…

¿Explica esto la baja tasa de «emprendimiento» por parte de las mujeres? Hay una parte real pero subjetiva de una mujer ante el reto de emprender; y es esa identificación o no con los roles que «nos tocan» y sus límites en ese contexto. Sí, claro, y eso podría ser una, digamos, barrera mental, a la que podría una mujer blanca, cis, con buena posición e ingresos decir: «¡lo que tenemos es que empoderarnos!» pero no todo es nosotras y no todo es ese camino.

Por una parte el acceso a la financiación y el apoyo del círculo (social y empresarial y económico) es menor, por mucho que nos empoderemos ante un mismo proyecto y capacidades, es más sencillo que se apoye a un hombre que a una mujer – salvo si vas a ser la próxima Steve Jobs en mujer-, porque no es sólo lo que pensamos sobre nosotras mismas, que cuesta mucho cambiar; es lo que reconoce y piensa la sociedad.

Luego, los sectores a los que nos dedicamos son diferentes. Los más necesarios, desde el punto de vista de la vida: cuidados, si son nuestros; pero los punteros, estos que se financian por business angels y etcéteras son más de ellos: tecnología e informática. Uno de los primeros consejos para emprender con «éxito» es hacerlo en algo que conoces bien, así que saquen conclusiones. Miremos los ratios de beneficios entre unos y otros; e interpretemos viabilidades.

Apareció durante el taller un atisbo de esperanza: algo interesante para salvar algunas de las dificultades que era precisamente la posibilidad de «unirnos», de generar proyectos con apoyo entre mujeres, o redes de las mismas. Y aquí otra contradicción: si buscas en Google «emprendimiento» ya en la primera página aparece dos veces asociado a «en solitario».

(imagen)

Y es que según ya nos viene contando el feminismo, y más concretamente Amaia Pérez Orozco este sistema está basado en el «homo economicus», o más coloquialmente la del hombre champiñón: ese que sale vestido y planchado de casa, comido y que no tiene nadie a su cargo ni labores en el hogar que realizar, que no ha de comprar, cocinar ni lavar y por tanto no necesita de nadie, pero que obviamente no existe porque habrá quien haga lo que él no, ya que es necesario para su propia existencia.
Así que la propia solución para las mujeres que reconocen, porque la viven, la interdependencia, parece que no va bien al emprendimiento.

Entonces, ¿qué? Aquí cabe plantearse en realidad qué es emprender: y emprender no es crear un negocio solamente. Emprender es llevar a cabo cualquier acción desafiante o diferente: emprender una vida en otra parte, emprender un viaje, una investigación, un cambio de rumbo, una crianza, un cambio social, un modelo nuevo de sociedad… Y en esos términos, puesto que la resiliencia sí es algo sujeto a nuestra construcción del género, quizá las mujeres nos encontremos más identificadas y seamos más emprendedoras, quizá todas seamos emprendedoras y se nos pueda reconocer como tal.

Respecto al mundo laboral (o de autoempleo) y de proyectos, al menos yo, que puedo ser catalogada como emprendedora desde hace muchos años; he de decir que el reconocer mi interdependencia; el tomar el camino lateral a «los emprendedores»: confiar, colaborar, cuidar y mostrarme vulnerable, en vez de competir, imponer, desconfiar y ser la perfecta champiñona; está siendo sin duda alguna mis alas y un mecanismo de fuerza mucho más amable para seguir caminando. También he de decir que con los años soy más sabia y he elegido últimamente muy buenas compañeras.

Así que en vez de una unicornia solitaria, prefiero ser una yegua feliz y algo salvaje en su manada; puede que parezca mitológico también, pero es posible.

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